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5/8/08

Panteísmo musical

Todo, espacio, tiempo y materia, nació hace aproximadamente 13.700 millones de años. El Universo era entonces un lugar extraño, lo más extraño que podría ser. No había planetas, estrellas ni galaxias; sólo había una melé de partículas elementales concentradas en un espacio inconcebiblemente pequeño, extraordinariamente denso e increíblemente caliente. El estallido creador original finalizó en menos de una millonésima de segundo y desde ese mismo instante el Universo se dedicó a la construcción de su orden cósmico.

“John Cage albergó la titánica ambición y anhelo de convertir el universo entero, tierra y cielo, en una inmensa orquesta de percusión (…) El Universo puede convertirse en el proveedor infinito de sonidos y ruidos, o de sonidos cercados de silencios, que compone y constituye la única partitura auténtica de todo proyecto musical (al menos según la concepción de John Cage): la que selecciona, acota, elige un ámbito de la conjunción sonido/silencio, de manera que pueda promoverse la individualización radical de cada sonido específico y singular.”

El papel fundacional y revolucionario de John Cage fue asumido plenamente a partir de su pieza 4’33”. Ahí va una porción de universo.

Notas: El canto de las sirenas, Eugenio Trías, Galaxia Gutemberg
4'33" por David tudor


2 comentarios:

NikaDinga dijo...

Me preguntaba qué pasaría si no estuviera el elemento sorpresa. Es curioso cómo cambia la pieza, cuando los que van a escucharla saben cómo es la obra. El elemento sorpresivo que recuerda que les incomoda, inquieta incluso indigna, produce una serie de movimientos y sonidos que les hace salir del ensimismamiento el que pasivamente asisten como espectadores para ser conscientes de que están formando parte de un colectivo de personas dentro de un mismo espacio... pasa a convertirse en una experiencia de escuchar más allá del sonido evidente de los instrumentos: las telas, el aire, los zapatos, las toses, el puro silencio, su misma respiración... toda una experiencia de la que siempre se pueden extraer nuevas conclusiones...

NikaDinga dijo...

Me preguntaba qué pasaría si no estuviera el elemento sorpresa. Es curioso cómo cambia la pieza, cuando los que van a escucharla saben cómo es la obra. El elemento sorpresivo que les incomoda, inquieta incluso indigna, produce una serie de movimientos y sonidos que les hace salir del ensimismamiento el que pasivamente asisten como espectadores para ser conscientes de que están formando parte de un colectivo de personas dentro de un mismo espacio... pasa a convertirse en una experiencia de escuchar más allá del sonido evidente de los instrumentos: las telas, el aire, los zapatos, las toses, el puro silencio, su misma respiración... toda una experiencia de la que siempre se pueden extraer nuevas conclusiones...