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18/4/13

Vargtimmen.

Escribe Bergman a propósito de esta escena de 'La hora del lobo':

'Quiero volver por un instante al momento erótico... Es cuando Johan mata al pequeño demonio que lo ha mordido. ¡La equivocación es simplemente que el demonio debió haber estado desnudo! Y yendo un poco más lejos: Johan también debió haber estado desnudo.

Esto me pasó por la cabeza cuando filmamos el episodio, pero no tuve fuerzas o no me atreví, o no tuve fuerzas para atreverme a proponérselo a Max von Sydow. Si los actores hubieran estado desnudos, la escena hubiera quedado brutalmente clara. Cuando el demonio se agarra a la espalda de Johan y trata de morderle, es aplastado contra la roca con una fuerza orgásmica'.



Más tarde añade: ' En un grabado de Axel Fridell se puede ver a un grupo de grotescos antropófagos que quiere abalanzarse sobre una niñita. Todos esperan que se apague la vela de la habitación en creciente penumbra. Un anciano enclenque protege a la niña. Un auténtico antropófago vestido de payaso espera en la sombra a que se consuma la vela. En la oscuridad se vislumbran por todas partes figuras espantosas'.


Al final de la película Bergman recrea una escena inspirada en los antropófagos de Fridell: 'Johan aparece transformado en un extraño ser andrógino y Verónica yace desnuda y supuestamente muerta en una mesa de autopsia. Él la toca en un movimiento infinitamente largo. Ella se despierta y se ríe y empieza a besarlo a mordiscos. A los demonios, que han esperado este instante, les encanta la escena. Se les vislumbra al fondo, están sentados o tumbados en montones, algunos han saltado a la ventana y al techo. Entonces dice Johan: 'Os doy las gracias, el espejo está roto, pero ¿Qué reflejan los trozos?. No puede dar una respuesta.


16/4/13

El piano blanco de Bernstein.


Querido Leonard, sabemos que mandaste construir un piano de cola blanco lo suficientemente grande como para que dentro de la caja cupiera una cama. Algún día encontraremos las pruebas que lo confirman.

Dirige Bernstein, con mucho brío, el último fragmento del quinto y último movimiento de la sinfonía nº 2, sinfonía Resurrección, de Gustav Malher. 

A saber: Malher compuso los cuatro primeros movimientos y dejó la obra en espera con la convicción de que necesitaba un final. Durante el funeral del señor Hans von Bülow, quien había rechazado y descrito el primer movimiento de esta obra como 'antimusical', Malher vivió una experiencia epifánica e inspirándose en la oda 'Aufersteh'n' del poeta Klopstock que sonó en el funeral del señor Bülow, musicalizó el quinto y último movimiento de su sinfonía.






Y aquí dejamos el enlace a la representación completa de la sinfonía.